Grecia y Francia son los países con más número de personas trabajando más de 48 horas a la semana porcentualmente hablando
Aunque se trata de una medida que lleva vigente en gran parte de las legislaciones europeas cerca de un siglo, la jornada laboral de ocho horas todavía es una utopía para parte importante de la población trabajadora de la Unión Europea, que sistemáticamente excede, y por mucho, las 40 horas semanales que marcaron como tope los movimientos sindicales de finales del siglo XIX y principios del XX.
Según cifras de Eurostat, a día de hoy en torno al 7% de los trabajadores comunitarios «unos 15,5 millones de personas» trabaja de forma habitual 49 horas o más cada semana. Es decir, tienen jornadas de casi 10 horas si se usan como referencia las semanas de cinco días laborales.
En muchos países del sur de la unión Europea este porcentaje es incluso más elevado y llega a superar el 9% o el 10%. Es el caso de Grecia (12,6%), Francia (10,2%), Italia (9,4%) o Portugal (9,4%). En el extremo contario, destacan las bajas cifras de los países bálticos —ninguno tiene a más del 2% de sus trabajadores haciendo jornadas de más de 49 horas semanales— y las de otros Estados del Este, como Bulgaria (0,7%) o Rumanía (2,2%).
Aunque afecta a todo tipo de trabajadores, que en gran mayoría no cobran las horas extra, la incidencia de largas y agotadoras jornadas laborales es especialmente alta entre trabajadores autónomos, una fórmula que en los últimos tiempos se ha convertido en sinónimo de precariedad y bajos niveles de bienestar en muchos lugares de Europa. Durante 2022, hasta un tercio de los trabajadores por cuenta propia del espacio comunitario hizo de forma habitual jornadas muy largas, frente al 4% de los asalariados.
A nivel sectorial, también hay grandes diferencias en la extensión que pueden alcanzar los días de trabajo. Las jornadas de larga duración se concentran en sectores como el agrícola, el pesquero o el forestal, donde casi un tercio de los trabajadores cualificados hace jornadas de muchas horas. La incidencia también es muy alta en los puestos ejecutivos, con uno de cada cuatro directivos realizando jornadas muy largas a lo largo de su semana de trabajo.
Aunque en algunos países la evolución de la jornada laboral ha sido descendente gracias a mejoras en la productividad, en otros apenas ha cambiado.
Trabajar durante muchas horas está estrechamente relacionado con distintos trastornos de la salud como la depresión, la ansiedad, los problemas de sueño o las enfermedades coronarias. Se trata de hecho del factor de riesgo que más contribuye a aumentar la carga de enfermedades ocupacionales. En total, las jornadas laborales prolongadas provocaron en todo el mundo cerca de 745.000 muertes por accidente cerebrovascular y cardiopatía isquémica durante 2016.
A nivel europeo, las primeras legislaciones modernas que limitaban el tiempo de trabajo a ocho horas diarias llegaron tras la I Guerra Mundial. En España, Suecia o Francia, por ejemplo, esta reclamación histórica del movimiento obrero tomo forma de ley en 1919, mientras que en Italia y Bélgica fue aprobada algo más tarde, entre 1924 y 1925. Actualmente, varios países de la Unión Europea se están empezando a decantar por la jornada laboral de 4 días, realizando pruebas piloto o proyectos de ley.