La sobrecualificación pasa una elevada factura a la nómina de los trabajadores españoles, en concreto una pérdida salarial del 16,7% para aquellos cuya formación supera el nivel requerido para el puesto de trabajo, frente al 12,5% de media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Un castigo que además repercute en una importante pérdida de productividad para las empresas y la economía.
La última Encuesta sobre Competencias de los Adultos publicada por el organismo internacional arroja unas cuantas claves sobre un fenómeno que, según sus estimaciones, afecta al 22,3% de los trabajadores entre 20 y 65 años. Este dato no solo queda por debajo de la media (23,4%), sino que es muy inferior al 35,5% que señalan los datos de otras fuentes Eurostat.
La diferencia se explica porque la OCDE tiene en cuenta a los asalariados de todos los niveles educativos, mientras los datos de Bruselas (procedentes de la Encuesta de Fuerza laboral, la EPA europea) se ciñen a los trabajadores con titulación superior. Aun así, la discrepancia es llamativa, lo que apunta a un nivel educativo medio más bajo entre los trabajadores que se ajusta a los requisitos de un mercado laboral con demasiado peso de actividades productivas de bajo valor añadido.
Así, según los datos de la OCDE, la mayor tasa de sobrecualificación se da en Inglaterra (37,1%), y Japón (35%), aunque tanto Alemania (28,5%, nueve puntos porcentuales más de lo estimado por Eurostat) o Estados Unidos (25,6%) también superan claramente a España.
La OCDE advierte de que la sobrecualificación redunda en una menor productividad y un «uso ineficiente del capital humano», lo que afecta especialmente a los jóvenes y a los inmigrantes. Todo ello lastra el crecimiento económico, aunque en el caso de España el impacto se nota sobre todo en los sueldos. Además, lo hace con más intensidad que en la media de la OCDE.
España se sitúa en el grupo de países con mayor merma salarial, alineado con aquellos que anotaban una tasa de sobrecualificación superior a la nuestra. Así, la pérdida salarial asociada a trabajar en un puesto se sitúa en el 16,7%, la octava más alta de los 26 países comparados en el estudio y la tercera más alta de la UE tras Lituania, Eslovaquia y Portugal. La sorpresa la da Italia, donde los sobecualificados ganan sueldos un 2,5% más altos que los que no lo son.
Sin embargo, los trabajadores sobrecalificados en España tienen un grado de insatisfacción similar a la media de la OCDE, 3,5% inferior al de los trabajadores en los que cualificación y empleo están bien ‘encajados’. Esto apunta a que entra en juego una cierta disposición a aceptar empleos de menor cualificación y salarios a cambio de una mayor cercanía del lugar de trabajo o flexibilidad que permitan una mayor capacidad de conciliación.
En su estudio, la OCDE introduce mide otras dos formas de desajuste entre habilidades y puesto de trabajo, más allá del nivel académico. El primero se refiere a las habilidades de cada trabajador, ya que, al igual que muchos analistas del mercado laboral, el organismo considera que los títulos no reflejan las competencias efectivas adquiridas por el profesional durante sus años de experiencia.
Sin embargo, para el caso de España, los resultados de analizar esta ‘sobrecapacidad‘ son similares a los obtenidos por la sobrecualificación. Aquí, la tasa llega al 23,5%, frente a la media del 26,1%. En términos salariales, la pérdida se reduce al 7,2%, si bien aquí la brecha con la OCDE es mucho mayor, ya que el descenso general se sitúa en el 2,5%. La insatisfacción es más alta que en el caso de los sobrecalificados, llegando al 4,8%, frente al 2,4% de la OCDE.
Cuatro de cada diez no trabaja de lo que estudió
El tercer caso analizado es el de aquellos que no trabajan de lo que estudiaron. Esto significa que su cualificación más alta no está en el campo «más relevante» para su trabajo actual, lo que también se traduce en una «ineficiente asignación de trabajadores a empleos», afectando negativamente la productividad.
En esta situación se encuentra el 42,8% de los españoles, frente al 38,7% de la OCDE. España ocupa el cuarto lugar entre los países analizados, solo superada por Corea, Japón y Nueva Zelanda.
Sus salarios caen menos que los de los sobrecualificados, un 8,6% respecto a los que sí trabajan de lo que estudiaron, frente a la media del 5,2% sobre el total. Pero se trata del cuarto mayor porcentaje tras el 11,4% de Israel, el 10,4% de Estados Unidos y el 10,3% de Inglaterra.
Para mitigar las consecuencias del desencaje entre competencias y empleo, el estudio recomienda que los responsables políticos colaboren con empresas y agentes sociales socios sociales para mejorar la orientación profesional y la alineación entre la educación y las necesidades del mercado laboral.
Asimismo, aboga por promover que los salarios recompensen las habilidades y no solo las cualificaciones formales, «mejorando los mecanismos de reconocimiento de las habilidades profesionales«.
Por último, apuesta por fomentar la formación continua y el aprendizaje a lo largo de la vida para ayudar a los trabajadores a adquirir habilidades relevantes y adaptarse a los cambios en el mercado laboral.
Los sobrecualificación les quita un 17% de sueldo a los trabajadores españoles